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16
Sep, 2025
El consumo de alcohol en el ámbito laboral sigue siendo uno de los riesgos más invisibilizados y, sin embargo, con mayor repercusión en la seguridad, la salud y la productividad. Beber antes o durante la jornada laboral incrementa de forma notable las probabilidades de sufrir accidentes, cometer errores, deteriorar la convivencia y generar pérdidas económicas derivadas de bajas médicas o del bajo rendimiento. En un momento en el que la seguridad y la salud son pilares estratégicos de cualquier organización, ignorar el problema supone un coste humano y empresarial difícil de asumir.
Los datos oficiales confirman la dimensión real del consumo. En España, más del 80% de la población laboral ha consumido alcohol en el último año, y cerca del 10% lo hace a diario. Además, un 4,3% se encuentra en situación de consumo de riesgo, lo que significa que los efectos negativos sobre su desempeño y su salud son probables o ya presentes.
El problema no se limita al alcohol: tabaco, hipnosedantes y cannabis también forman parte de las sustancias más consumidas en el ámbito laboral. Sectores como la construcción, la hostelería y el transporte concentran las cifras más elevadas, lo que refleja cómo el tipo de trabajo y el contexto social influyen en la exposición y en la normalización de estas conductas.
Factores de riesgo laborales que favorecen el consumo
El entorno de trabajo desempeña un papel determinante. Jornadas largas, turnos irregulares, penosidad física, alta presión productiva, precariedad, insatisfacción laboral o malas relaciones interpersonales son factores que incrementan la probabilidad de recurrir al alcohol como válvula de escape.
A estos elementos se suman los factores culturales, ya que en determinados sectores todavía se tolera o incluso se incentiva el consumo en reuniones, comidas o celebraciones vinculadas al trabajo. Esta normalización dificulta la prevención y perpetúa riesgos que podrían evitarse con una gestión preventiva clara y coherente.
Las repercusiones del consumo de alcohol en el trabajo son múltiples y afectan de forma transversal:
En definitiva, trabajar bajo los efectos del alcohol no solo compromete la seguridad de quien consume, sino la de todo el equipo.
La legislación española respalda la necesidad de actuar. La Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales establece que las empresas deben garantizar un entorno seguro, lo que incluye la vigilancia del consumo de sustancias.
En sectores especialmente sensibles —como el transporte— los controles de alcohol y drogas cuentan con una regulación específica y obligatoria. En otros ámbitos de riesgo, como la construcción o la industria alimentaria, aunque no existe una obligación legal genérica, las empresas pueden implantar medidas de control cuando el consumo represente un peligro objetivo para la seguridad o la salud, siempre con criterios de necesidad, proporcionalidad y respeto a la confidencialidad.
La prevención del consumo de alcohol en el trabajo no puede basarse en sanciones aisladas ni en actuaciones reactivas. Requiere una estrategia integral que combine medidas de sensibilización, intervención y apoyo:
La cultura preventiva también pasa por desterrar creencias erróneas:
El consumo de alcohol en el trabajo no debe normalizarse ni minimizarse. Se trata de un problema de seguridad, salud y productividad, con consecuencias graves que afectan tanto a las personas como a las organizaciones.
La respuesta debe ser integral: políticas claras, formación y sensibilización, medidas de apoyo y rehabilitación, y una cultura preventiva que no deje espacio a la ambigüedad. En Europreven creemos que trabajar sin alcohol es trabajar con seguridad, y acompañamos a las empresas a incorporar esta visión en su estrategia preventiva, con un único objetivo: entornos de trabajo más seguros, saludables y responsables.
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